Guadalest fue uno de esos nombre que nos venían apareciendo una y otra vez cuando preguntábamos por lugares que visitar desde Valencia. ‘¿Todavía no fueron a Guadalest? Uy, les va a encantar’. Así que ya teníamos de antemano preparada una lista de todo lo qué ver en Guadalest y en cuanto tuvimos la oportunidad organizamos una escapada en el día.
Ubicado en lo alto de una montaña, con vistas que te dejan sin aliento y un casco histórico que parece detenido en el tiempo, Guadalest fue una sorpresa tras otra. No solo por lo que ofrece el lugar, sino también por todo el recorrido para llegar hasta allí y que es parte de la experiencia.
Para que veas que no exagero, sino que aún así me quedo corta, este pueblo ha sido reconocido oficialmente. Desde 2015 forma parte de la red de ‘Los Pueblos más bonitos de España‘, que es una organización que reconoce a pequeñas localidades por su belleza, valor histórico y conservación del patrimonio. Además, Guadalest fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974 por su valor cultural y arquitectónico.
¿Dónde está y cómo llegar a Guadalest?
Guadalest está en la provincia de Alicante, en plena sierra de Aitana, a unos 100 kilómetros de Valencia. Se puede llegar de varias formas, y en este caso te quiero contar nuestra experiencia, con todo lujo de detalles, porque el camino en sí tiene lo suyo.
Nosotros simplemente pusimos “Guadalest” en Google Maps y nos mostró dos opciones principales para ir desde Valencia. Una de ellas baja por la costa, tomando la AP-7 (la autopista del Mediterráneo), pasando cerca de Alicante, y luego se desvía hacia el interior por la CV-70, subiendo hasta Guadalest. Es la ruta más rápida y directa, ideal si preferís autopistas, buen asfalto y evitar muchas curvas.

La otra opción, que fue la que elegimos, es un poco más lenta pero muy pintoresca. Salimos de Valencia y tomamos la CV-35 en dirección a Llíria, luego conectamos con la CV-70 pasando por pueblos como Benilloba, Benifallim y Confrides, atravesando la sierra de Aitana. Es un camino lleno de curvas, vistas espectaculares y tramos de montaña que te hacen sentir que ya estás de viaje mucho antes de llegar. Si te gusta manejar, esta ruta es una joya.
Como te contaba, elegimos la segunda opción, pero la parte de montaña y mareos de coche la llevamos un poco mal. A la vuelta elegimos pasar por Calpe a tomar unos mates en la playa y tomamos la otra ruta, que también es muy pintoresca de a momentos.
¿Dónde estacionar en Guadalest?
Ni bien llegás al pueblo, de mano izquierda vas a ver un parking. Aunque se vea lleno podés consultar porque tiene más playas de estacionamiento bajando la montaña ahí mismo. También hay parking para autocaravanas. ¡Es de pago!
En nuestro caso, el día que fuimos había muchísima fila de coches para llegar al pueblo. EL GPS nos marcaba 25 minutos en coche para hacer 1.2 kilómetros. Así que decidimos estacionar en un parking municipal que había en Benimantell, que es el pueblo que está junto a Guadalest, y desde ahí caminar 15 minutos por un sendero peatonal hasta el pueblo. Hay un pequeño tramo que hay que ir con mucho cuidado por el borde de la ruta.
Aquí te dejo en enlace de Google Map del parking municipal de Benimantell donde hemos dejado nuestro coche.
¿Qué ver en Guadalest?
Aunque es un pueblo pequeño, Guadalest es de esos sitios que su entorno te sorprende y que la combinación de montañas y agua pareciera generar una energía especial y muy mágica. Siempre digo que las expectativas altas sobre un lugar lo destinan a la decepción y, como nos insistían mucho en conocer este pueblo, temía que al llegar mi imagen del pueblo no fuese de encanto.
Sin embargo, su belleza es tan real que las expectativas no tienen batalla aquí. Sí debo decir que me pareció más pequeño de lo que esperaba y, aún siendo que desde Valencia hay dos horas de viaje, el pueblo puede recorrerse muy tranquilamente en una escapada en el día.
Castillo de San José en Guadalest
Este castillo del siglo XI, de origen musulmán, está literalmente colgado de la roca y es uno de los imperdible que ver en Guadalest. Fue construido por los musulmanes en una posición estratégica para controlar el valle de Guadalest y vigilar posibles incursiones, ya que desde lo alto se domina toda la región. Más que un castillo residencial, funcionaba como fortaleza defensiva.

Para acceder, hay que atravesar un túnel excavado en la roca, lo que ya te pone en sintonía con la historia y el carácter inexpugnable del lugar. Hoy en día solo se conservan algunos tramos de muralla, una torre y restos de antiguas dependencias, pero lo que queda basta para imaginar su importancia.
El castillo sufrió graves daños por varios terremotos, especialmente el de 1644, que fue el más destructivo, y más tarde durante la Guerra de Sucesión Española en el siglo XVIII. Desde entonces, quedó parcialmente en ruinas, aunque hoy puede visitarse como parte del recorrido al Museo-Casa Orduña, que conecta con la subida.
Desde la cima, las vistas del embalse de Guadalest, del pueblo y del valle son simplemente espectaculares. Es el típico lugar donde uno se queda más tiempo del planeado solo mirando el paisaje.
Museo Casa Orduña
La Casa Orduña es mucho más que una antigua residencia señorial: es el acceso principal al Castillo de San José, así que visitar uno implica pasar por el otro. Fue construida en el siglo XVII por la familia Orduña, una poderosa familia noble de Asturias que ejercía funciones administrativas en la zona tras la conquista cristiana.
El museo conserva perfectamente el mobiliario, las salas y objetos de época, lo que te da una idea bastante clara de cómo vivía una familia acomodada en los siglos XVIII y XIX. Al finalizar este recorrido llegás a una escalera para subir directamente a contemplar las ruinas del castillo.
- Horario: Todos los días de 10:15 a 18:00 en temporada baja y de 10:15 a 19:00 en temporada alta. Únicamente los jueves y domingos cierran entre las 14:00 y las 15:00.
- Valor de entrada: La entrada general cuesta 4€ y los niños pagan a partir de los 6 años.
Embalse de Guadalest
Uno de los paisajes más fotografiados del pueblo. El agua color turquesa del embalse contrasta con las montañas que lo rodean y crea una postal perfecta. Se puede observar desde varios miradores o incluso hacer una pequeña caminata hasta la orilla.
Casco histórico

Pasear por las callecitas empedradas del casco antiguo es casi como viajar en el tiempo. Hay casas de piedra, balcones con flores y tienditas que venden desde productos locales hasta artesanías. Todo perfectamente conservado.
Ni bien llegás al pueblo vas a poder recorrer algunas pocas callecitas del mismo estilo del casco antiguo mientras hacés el recorrido obligado para atravesar el túnel de roca y llegar al casco histórico que se encuentra en cercanías del castillo.
Parque infantil con merendero en Guadalest
Sobre la misma calle pintoresca que te lleva al túnel excavado en la roca, unos metros en desnivel hacia abajo hay un parque infantil pequeño que es un sitio perfecto para hacer una parada técnica con los niños.
Tiene una mesa para hacer picnic, que en nuestra visita estaba ocupada, pero aprovechamos a sentarnos en un banco y almorzar algo ligero mientras los chicos jugaban un rato.

Museos curiosos en Guadalest
Una de las cosas que más sorprende de Guadalest es su pasión por los museos. Con poco más de 200 habitantes, se dice que es el pueblo con más museos por habitante de España, y la oferta es tan variada como inesperada. Muchos de ellos son únicos en su tipo y están gestionados por coleccionistas privados, lo que les da un aire muy personal y auténtico. Acá van algunos:
- Museo de Microminiaturas: uno de los más famosos. Exhibe objetos tan pequeños que se necesitan lupas o microscopios para verlos. Hay desde una plaza de toros pintada en la cabeza de un alfiler hasta una copia de “Las Meninas” sobre un grano de maíz.
- Museo de Saleros y Pimenteros: sí, leíste bien. Este museo alberga más de 20.000 saleros y pimenteros provenientes de todo el mundo. Es tan raro como divertido, y sorprende la creatividad que puede haber en un objeto tan cotidiano.
- Museo Etnológico: ideal para quienes quieren entender cómo era la vida rural en Guadalest hace varias décadas. Está ubicado en una casa tradicional excavada en la roca, y muestra herramientas, utensilios y costumbres del pasado.
- Museo de Belenes y Casas de Muñecas: una colección detalladísima de maquetas, dioramas y casas de muñecas antiguas que fascina tanto a chicos como a adultos.
- Museo Histórico Medieval: dedicado a instrumentos de tortura y objetos de la Edad Media. No es para todos los gustos, pero sin duda llama la atención.
Miradores en Guadalest
Por su ubicación en lo alto de una montaña, Guadalest está lleno de miradores naturales que ofrecen vistas alucinantes del embalse, el valle y las sierras que lo rodean. Algunos están señalizados, y otros los vas encontrando mientras caminás por el casco antiguo. Acá te menciono los más destacados:
- Mirador del Castillo: al subir al Castillo de San José, llegás al punto más alto del pueblo. Desde allí se ve todo: el embalse, el valle de Guadalest, la Sierra de Aitana y hasta el mar en días despejados. Es la vista más completa y, probablemente, la más impactante.
- Mirador de la Plaza San Gregorio: está justo al lado de la oficina de turismo y es muy accesible. Ofrece una vista perfecta del embalse de Guadalest sin tener que subir demasiado.
- Mirador de la calle Iglesia: en el casco antiguo, cerca de la iglesia parroquial, hay un pequeño balcón con vistas al valle y las montañas. Es más tranquilo y menos concurrido, ideal para una pausa.
- Mirador del parking municipal: aunque suene poco glamuroso, desde el aparcamiento principal (en la parte baja del pueblo) también se obtiene una vista muy linda del pueblo encaramado en la roca, ideal para una foto general.
Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción
En un pueblo tan cargado de historia como Guadalest, uno esperaría una iglesia antigua y recargada. Pero la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción sorprende justamente por lo contrario: su arquitectura es sobria y bastante sencilla, algo que choca —y a la vez armoniza— con el resto del casco histórico.

Fue construida en el siglo XVIII, en estilo neoclásico, y ha sufrido varias restauraciones a lo largo del tiempo, sobre todo después del gran terremoto de 1644 que afectó buena parte del pueblo. El interior tiene una sola nave, líneas limpias y un altar mayor decorado sin excesos. No es una iglesia que impresione por su tamaño o riqueza, pero sí por el contraste que genera con la fortaleza, los miradores y el entorno rocoso donde está ubicada.
Está justo al lado de la Casa Orduña, así que es fácil incluirla en el recorrido, aunque mucha gente pasa de largo. Vale la pena entrar, aunque sea un momento, para sumar otra perspectiva más de este lugar tan particular.
¿Qué ver cerca de Guadalest?
Si hay algo que enorgullece a cualquier viajero es exprimir cada escapada al máximo. Porque seamos honestos: volver temprano para mirar tele en el sillón es algo que siempre se puede hacer… pero estar a pocos kilómetros de lugares increíbles y no aprovechar, ¡eso sí que no se perdona!
Nosotros nos quedamos con las ganas de conocer ‘las fuentes de Algar’, pero justó comenzó a llover y decidimos seguir viaje hasta Calpe para tomar unos mates en la Playa de la Fossa que ya sabés que me declaro totalmente culpable de amar profundamente este pueblo costero.
Lee también esta guía super completa para visitar Calpe con niños y disfrutar tu escapada al máximo.
Sin irme más por las ramas, si tenés un poco más de tiempo, acá van algunas paradas que podés combinar perfectamente con tu visita a Guadalest:
- Las Fuentes del Algar: un paraje natural espectacular, con cascadas, pozas de agua cristalina y senderos para caminar entre vegetación. En verano, es el lugar ideal para pegarse un chapuzón (eso sí, el agua está fresquita). En temporada baja (del 16 de octubre al 14 de junio) la entrada general sale 4€ y niños de 4 a 10 años 2€. En temporada alta ( del 15 de junio al 15 de octubre) la entrada general es de 5€ y los niños no se modifica. Se pueden comprar online aquí.
- Callosa d’en Sarrià: está muy cerca de las fuentes y es un pueblo tranquilo, auténtico, con buena oferta de restaurantes para probar comida típica alicantina. Ideal para una pausa con sabor local.
- Benimantell: prácticamente pegado a Guadalest, pero menos turístico. Tiene su propio encanto, una vista distinta del valle y es una excelente opción si querés quedarte a dormir en la zona sin estar en el epicentro del movimiento.
- Altea: si hacés la ruta por la costa, este pueblo blanco frente al mar es una joyita. Sus calles empedradas, sus miradores y su ambiente artístico lo convierten en una parada más que recomendable antes o después de Guadalest. Y este 2025 se ha llevado el premio de ser el pueblo más lindo de España según la revista National Geographic.
El casco histórico de Altea es imperdible, por eso también te gustará leer ‘Qué ver y hacer en Altea‘.
Guadalest fue una de esas escapadas que superó las expectativas. No solo por lo que ofrece el lugar, sino por el viaje en sí, los paisajes, las paradas inesperadas y la sensación de haber descubierto algo especial. Esperamos que esta guía sobre Guadalest te ayude a organizar tu escapada y déjanos en comentarios si tenés alguna recomendación o consulta.
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